La noche del 11 de Agosto de 2010, se emitió un video por la televisión iraní, donde Sakineh Mohammadi Ashtiani se declaraba culpable de haber mantenido relaciones con un primo de su marido que habria orquestado el asesinato de este. Ella habia negado hasta ahora los cargos en su contra. Todo parece indicar que esta confesión, como en otras ocasiones, se ha obtenido mediante tortura. Su caso saltó a los medios de comunicación gracias a su abogado sobre el que pesa una orden de busca y captura y que ha pedido asilo político en Noruega.
El poder de las voces
(Marina Nemat)
Cuando era una adolescente, entre 1982 y 1984, fui presa política en la Prisión de Evin de Teherán. Me torturaron y me violaron y vi sufrir a mis amigos y morir a muchos de ellos. ¡Se destruyeron y perdieron tantas vidas jóvenes e inocentes! Pero el mundo siguió, como si no hubiera pasado nada. Nos sentíamos abandonados y olvidados en Evin.
La mañana del jueves 25 de marzo de 2010, un precioso día soleado, estaba en el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, contemplando una estrecha carretera encajonada entre dos filas de edificios de dos pisos de ladrillo rojo. A diferencia de los endebles barracones de madera que había visto en otros campos, estos edificios estaban bien construidos y parecían bastante sólidos. Había muchos autobuses turísticos aparcados en el estacionamiento y turistas de todas las edades y nacionalidades por todas partes. Yo iba en un viaje organizado por el Centro de Estudios del Holocausto Amigos de Simon Wiesenthal. Los pájaros cantaban bajo el pálido sol y en mis auriculares sonaba la voz clara de nuestra joven guía, Anna, inteligente y profesional; pero yo no estaba escuchando. Los ladrillos de Auschwitz eran casi del mismo color que los de Evin. Me acerqué y los toqué y mis ojos se llenaron de lágrimas. Acabábamos de ver pilas de miles de zapatos de las víctimas de Auschwitz, y recordé que en Evin los guardias se habían llevado mis zapatillas deportivas Puma, blancas y rojas, y me habían dado unas zapatillas de caucho. ¿Dónde estaban mis zapatos y los de mis amigos encarcelados? ¿Los habían destruido? Entramos en un barracón y vi una luminosa sala de tamaño medio con una mesa de madera en el centro y algunas sillas alrededor de ella. Anna explicó que esta sala se usaba para juicios arbitrarios y que la mayoría de los prisioneros juzgados aquí habían sido condenados a muerte y ejecutados en el patio situado detrás del edificio. En la Prisión de Evin, el juez de la shari’a que me había condenado a muerte se sentó probablemente en una sala parecida y bebió té mientras dictaba los fallos. Mi supervivencia fue un milagro, pero no todos tuvieron la misma suerte que yo.
Las prisiones políticas de Irán, incluida Evin, siguen funcionando a pleno rendimiento. En Irán se tortura y se ejecuta a personas todos los días. Cuando ocurren atrocidades, quienes guardan silencio y no hablan o actúan contra el mal se convierten en sus cómplices. No podemos permitirnos el lujo de esperar a que los gobiernos traigan un cambio real. Yo creo en el poder de la persona. Cada uno de nosotros podemos convertir el mundo en un lugar mejor, aunque sólo sea dando un pequeño paso cada vez. Podemos crear una onda expansiva que se extienda y termine convirtiéndose en un tsunami.
Sakineh Mohammadi e Ashtiani ha sido condenada a muerte en Irán. Hay muchas otras personas que, como ella, se consumen en celdas como tumbas, quizá esperando una muerte dolorosa. No están solas ni han sido olvidadas. Aunque no sepamos todos sus nombres, estamos con ellas. No creo en la violencia, pero sí creo en el poder de las voces que se unen para convertirse en una sola voz. Hagamos oír nuestras voces.
Marina Nemat es autora de “La prisionera de Teherán”. En septiembre se publicará su segundo libro autobiográfico, “After Tehran”.
http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/iran-lapidacion-mujer/
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