Maketo, un bloger, contestaba hoy así a un post de Javi:
“Sí, Javier Madrazo, lamentablemente sí pueden. Y cuela. Al PP$O€ le cuela todo. En las siguientes, municipales, forales, generales o autonómicas, Nynaeve, volverá a pedir el voto “Para el cambio”, “Para la izquierda”, y volverá a hacer “el gorrión”, como diría el padre Arzalluz, y volverá a pactar con Besugoiti o con los biznietos de Franco, si es menester, con tal de seguir en el machito. ¿Por qué al PP$O€ le consienten estas incoherencias, y a otros no? Aaaaah, este es un misterio como el de la santísima trinidad. Creo que algo tiene que ver con la titularidad de los medios de comunicación, y tal…”
No deja de ser cierto que los medios de comunicación, hoy en dia, son vitales para poder trasladar a la ciudadanía al menos la imagen de "seguir existiendo", pero también es cierto que a la mayoría de la gente le gusta apostar por caballo ganador. Ustedes no han oído más de una vez eso de ¿del Madrid o del Barcelona?, y el 90% nombra a uno de ellos. Luego tendrán un equipo local, pero parece que todos aseguran una apuesta con uno de los grandes.
En un principio todos y todas entendemos que unos comicios, son el momento en el cual los electores eligen a sus representantes para la gestión y el gobierno, lo cual implicaría, que quienes lo han hecho mal, no debieran tener respaldo ciudadano. Vamos, que las elecciones serían una especie de reválida. Sin embargo, está claro que esa es la teoría, y que en la práctica las cosas no funcionan así.
En la práctica muchos de los votantes del PP, del PSE-EE, y del PNV y también, porque no decirlo, de la Izquierda Abertzale, funcionan exactamente igual que los seguidores de los equipos de football. Lo hagan bien o mal, con el equipo. Lo hagan bien o mal, son “los míos”.
La elección de un partido político (equipo de fútbol) marca una identificación con un grupo determinado lo que a su vez es uno de los elementos intervinientes en la construcción de la propia identidad. En sentido estricto, la identificación con el grupo se forma cuando se establecen barreras frente a otros grupos. Por un lado se fomenta la conformidad a las normas grupales, censurándose cualquier divergencia dentro del grupo y se espera muestras públicas de lealtad al grupo.
Así, se vota por tradición familiar o por rebeldía hacia la posición mayoritaria de la familia, por conciencia de pertenecer a una u otra clase social, se vota desde lo emocional (porque a mi abuelo lo mataron los del bando X), se vota por ser o por no ser un partido “español”… ¡se puede votar por tantas cosas que nada tienen que ver con lo que a la postre hace el partido de turno en el gobierno! (municipal ó foral ó autonómico ó estatal)
Hace unos años lo vimos en Galicia tras el chapapote. El PP hizo una gestión desastrosa y cuando parecía evidente que esta vez nada podría salvar a la derecha de una caída estrepitosa, no ocurrió, para desesperación de cientos de personas (muchas de ellas de izquierda) que solidariamente habían ido a ayudar en las tareas de limpieza. Y Valencia ¿qué?, más de lo mismo.
Los partidos más grandes tienen su hinchada incondicional, está claro. Después la balanza la inclinan los otros votos, ¿qué otros votos?
Pues, los de los escépticos (es decir quién profesa duda o está en desacuerdo con lo que generalmente está aceptado como verdad ), los que votan en blanco, los que no van a votar, los que dan su voto a opciones minoritarias a sabiendas de que no tienen ninguna posibilidad de obtener representación -pero expresan de esta manera su crítica al sistema establecido-,…y cómo no, el voto flotante o mutante, de los que sí votan en función de lo que hacen o no los partidos, bien por interés partidista o por interés altruista.
En menos de un año, tenemos elecciones municipales y forales y estoy convencida de que tan poco cambiará demasiado el panorama.
Quienes no tienen una gran hinchada fiel, sino que tienen un pequeño grupo al que se suman los simpatizantes como es el caso de Ezker Batua berdeak, donde muchos de sus votantes pertenecen al espacio flotante de críticos, de altruistas sin intereses personales en el programa, a los que la lealtad a un partido no les significa nada,… tienen lo que tienen. Mucha incertidumbre, mucha presión porque siempre hay alguien a quien sus opciones no le han gustado, -y en la vida hay que optar incluso ante dos posibilidades buenas- y a veces, mucha frustración porque el trabajo bien hecho no se recompensa y valida en votos.
Con frecuencia, los votantes de EBb se quejan de que no se ha hecho esto o lo otro del programa presentado no dándose cuenta de la verdadera fuerza que este grupo tiene en las Instituciones. La fuerza la dan los votos y de verdad, pueden creerme si les digo que para los votos que otorga la ciudadanía a EB, este partido es el que obtiene, habitualmente, la más alta rentabilidad del mercado político.
Hace unos años, en un debate parlamentario con Gema Zabaleta, entonces parlamentaria del PSE-EE, me vino a decir que el resultado obtenido en las elecciones anteriores se debía a su buen hacer y a su trabajo, a lo cual, le conteste:
“Que suerte, porque yo cuanto más trabajo, menos me votan”, la Cámara Parlamentaria, incluida la Sr Zabaleta, se rió. Sabían que tenía razón.
Otro día hablaremos de la Ley electoral ó de lo que significa no ir a votar.
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